miércoles, 20 de julio de 2011

Mendelismo

Hoy se celebra el nacimiento del padre de la genética: Mendel (20 de julio 1822).
Con el triunfo de la revolución científica provocada por la teoría evolutiva de Darwin, plasmada en su obra "El origen de las especies por medio de la selección natural" en 1859, sobre las teorías conservacionistas y creacionistas clásicas, hubo que explicar los fenómenos de la herencia.
Antes de Darwin, se buscaba sobre todo comprender el concepto de generación, esto es, el parecido entre individuos de una misma especie: cómo los hijos del águila son águilas y los de los seres humanos son humanos. Después de Darwin, el problema pasó a ser el de la transmisión de las variaciones individuales y el de explicar a la vez cómo se producen esas variaciones, pues son las acumulaciones de éstas las que permiten explicar la formación progresiva de las especies.
Desde 1860, la teoría de la selección natural (Darwin y Wallace) quedó pendiente de dos preguntas: ¿Cuáles son las causas de las variaciones? y ¿cuáles son los mecanismos de su transmisión?. A esta segunda pregunta contribuyó exitosamente Mendel frente a las teorías de "Los líquidos seminales" de Cuvier y de "Las gémulas" de Darwin, incapaces de explicar las variación de caracteres observados (fenotipo) en la descendencia del cruce sexual entre dos  seres progenitores cualesquiera.
La "teoría de las gémulas" de Darwin, casi universalmente aceptada a finales del siglo XIX, como hipótesis provisional, admite que los padres participan en un plano de igualdad en la "fabricación" del niño; pero también conduce a una paradoja insuperable: para cada carácter el niño representaría la media de las medidas o caracteres de sus padres; en el seno de la población, considerada en su conjunto, la dispersión de los caracteres de los individuos tendría que disminuir necesariamente en cada generación; rápidamente todos los individuos serían si no idénticos al menos muy parecidos entre sí, lo que no es conforme con la observación. Esta "paradoja de la varianza" no podía superarse sin recurrir a conceptos totalmente diferentes. El modelo que permitió comprender el mecanismo de la reproducción sexual fue imaginado por el monje agustino J. Gregor Mendel. El mérito de las perseverantes y minuciosas observaciones de Mendel consiste en no haberse rendido ante la dificultad esencial con la que tropezó en el curso de las experiencias de hibridación: la desaparición y luego reaparición de ciertos caracteres con el paso de las generaciones. La idea genial de Mendel, que trabajaba con guisantes, ha sido admitir que el carácter o rasgo estudiado se rige no por un factor hereditario, sino por dos factores recibidos uno del individuo masculino y otro del femenino respectivamente. Ambos factores actúan conjuntamente: el carácter observado resulta de sus respectivas acciones; pero permanecen inalterados a lo largo de la vida del individuo. Coexisten, pero sin modificarse uno a otro. No obstante el individuo procreado transmite a su hijo uno de los factores recibidos, pero la elección del factor transmitido es dejada al azar. Los "factores" evocados por Mendel son los denominados "genes", series de moléculas situadas con precisión en los cromosomas, cuyo conjunto se denomina genotipo.
Mendel estableció las leyes que explican la transmisión de "factores" independientes así como su expresión fenotípica. Veámoslas:
Veamos los siguientes vídeos ilustrativos:







Es conveniente presentar los contenidos interactivos siguientes. Pulsa en cada imagen y descubre los secretos de Mendel:


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