viernes, 3 de febrero de 2012

La abuela de la biosfera

Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha hallado en Formentera un clon de Posidonia oceanica, una especie marina amenazada y endémica del Mediterráneo, con 100.000 años de edad. Los resultados, publicados en el último número de la revista PLoS ONE, convierten a esta especie en la más longeva de la biosfera.
 La clave se encuentra en el crecimiento clonal, un proceso que Posidonia comparte con el resto de las angiospermas (plantas superiores con flor) marinas. Está basado en la continua división de sus meristemos (regiones donde se producen nuevas células) y rizomas, tallos que crecen a un ritmo extremadamente lento, aproximadamente un centímetro al año, y conectan las nuevas plantas que se van creando. El crecimiento conjunto de un elevadísimo número de plántulas de Posidonia es lo que da origen a la pradera, formación donde se pueden distinguir una parte elevada formada por las hojas y una parte basal (mata) constituida por tallos, rizomas y sedimento compactado, que puede tener varios metros de espesor, aunque solo la parte más superficial (unos 20 cm) está viva.La pradera es una formación muy estable y longeva.
La planta presenta rizomas de crecimiento horizontal (plagiotropos) y de crecimiento vertical (ortotropos). Los primeros son los responsables de la colonización de sustrato y con ello del crecimiento de la pradera, mientras que los segundos evitan que la planta quede enterrada por la sedimentación. Tras la colonización y estabilización de nuevo fondo arenoso, los rizomas horizontales emiten rizomas de crecimiento vertical para evitar el enterramiento de la pradera por la sedimentación.
Esta comunidad se desarrolla en lugares que reúnen unas determinadas condiciones ambientales: aguas claras, limpias, bien oxigenadas y exentas de contaminación; temperatura y salinidad poco variables, con el óptimo de temperatura entre 17 y 20ºC; hidrodinamismo moderado; y sustrato donde poder desarrollar sus rizomas y donde exista cierta cantidad de materia orgánica.
La pradera está organizada en dos estratos o subcompartimentos interdependientes, pero de dinámicas muy diferentes. Un estrato aéreo fotosintético, constituido por las hojas que son renovadas cada año, y un estrato subterráneo, constituido por los rizomas y las raíces. Este estrato es entre 5 a 10 veces mayor en biomasa y de crecimiento mucho más lento que el del estrato foliar, acumulándose su biomasa con el tiempo (mata). Los rizomas sirven de sujeción y de almacén de nutrientes y sustancias de reserva, lo que le confieren a la planta estabilidad y perdurabilidad en el espacio y en el tiempo.
Las hojas constituyen una gran superficie sobre la que se fijan un importante número de especies de algas e invertebrados de pequeño tamaño, de crecimiento rápido, de vida corta, con afinidades fotófilas y que están adaptadas al rápido y particular crecimiento del sustrato en el que se fijan. Éstas alcanzan su desarrollo máximo a finales de verano, cuando la hoja está en su etapa senescente, y desaparecen con la caída de la hoja, pero se desarrollan nuevamente en las hojas jóvenes de la planta. Estas hojas jóvenes, poco recubiertas al principio, van siendo colonizadas por numerosas especies epífitas a medida que van creciendo, pudiendo llegar a suceder que pierdan su capacidad fotosintetizadora por tener su superficie recubierta casi en su totalidad por dichas especies. Entre estos epífitos, los briozoos y las algas calcáreas forman el estrato incrustante y las algas blandas y los hidrarios el estrato erecto, en un gran porcentaje. Algunas de las especies que aparecen sobre las hojas son el alga Dictyota dichotoma; los cnidarios Alicia mirabilis, y Sertularella ellisi; y la ascidia Botryllus schlosseri.
En los rizomas se instalan especies más perdurables en el tiempo y propias de los fondos rocosos. Así, si la densidad de la pradera es alta, la luz que llega a los rizomas es escasa, por lo que sus especies tendrán afinidades esciáfilas, siendo muchas de ellas comunes con las de la comunidad de algas esciáfilas infralitorales de regimen calmo o de precoralígeno. En cambio, si la densidad es baja, la luz que llega a los rizomas es suficiente para que puedan aparecer especies fotófilas, siendo muchas de ellas comunes con las de la comunidad de algas fotófilas infralitorales de regimen calmo. Alguna de las especies que aparecen en los rizomas son las algas: Palmophyllum crassum, Halimeda tuna, Flabellia petiolata, Dasycladus vermicularis, Padina pavonica, Halopteris filicina, Sphaerococcus coronopifolius, Plocamium cartilagineum, Jania rubens, Lithophyllum stictaeforme (=Lithophyllum expansum), Peyssonnelia rubra, Peyssonnelia squamaria, Laurencia obtusa; las esponjas: Cliona viridis, Crambe crambe, Anchinoe tenacior; los cnidarios: Cerianthus membranaceus, Phymanthus pulcher; los moluscos: Pinna nobilis, Venerupis pullastra; los poliquetos: Bispira volutacornis, Filograna implexa, Spirographis spallanzanii, Sabella pavonina, Protula intestinum y los briozoos: Calpensia nobilis, Caberea boryi, Scrupocellaria scrupea, Pentapora ottomulleriana, Schizobrachiella sanguinea, Sertella septentrionalis.
A su vez, en el entramado de rizomas, raíces y sedimentos (mata) se refugian muchos organismos, una parte de los cuales realizan migraciones para alimentarse en el estrato foliar durante la noche (gasterópodos, isópodos y otros crustáceos, etc.), mientras que otra no cambia de estrato (bivalvos, poliquetos y pequeños crustáceos).

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