miércoles, 8 de diciembre de 2010

El informe que PISA la ESO

El mayor examen a la educación mundial sitúa a España atascada por debajo de la media de la OCDE en lectura, ciencias y matemáticas. Solo sale airosa la mitad norte del país. El epicentro educativo se desplaza hacia Asia.
La educación española está instalada en la mediocridad. Y si a muchos les puede parecer excesiva esta palabra, lo cierto es que pasan los años y no consigue alcanzar la calidad media de los países desarrollados, al menos, según la mide el informe PISA 2009 de la OCDE, que cuantifica lo que saben hacer los alumnos de 15 años de 65 países con sus conocimientos de lectura, matemáticas y ciencias. En todas ellas, el estudio presentado ayer, que muestra la emergencia de Asia también en educación, coloca a España por debajo de la media y dibuja un sistema que funciona mejor que otros en las peores circunstancias (con alumnos de contextos más desfavorecidos) pero falla claramente en excelencia.
Según los especialistas consultados, esta realidad no cambia, o lo hace poco, porque, a pesar de algunas modificaciones, no se han tocado suficientemente aspectos que lastran. Por ejemplo, la organización parcelada de las asignaturas y sus contenidos, la formación y la selección del profesorado para elegir a los mejores, la autonomía de los centros y capacidad pedagógica de la dirección escolar, o la elevada repetición de curso, resume el catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada Antonio Bolívar. El Ministerio de Educación y las autonomías trabajan para poner en marcha algunas de esas ideas, pero el catedrático de Sociología de la Complutense Julio Carabaña sostiene que no se mejora, simplemente, porque es muy complicado, como demuestra que no lo ha hecho casi ningún país en esta década. Sin embargo, aunque pocos, sí hay ejemplos de mejora. Portugal ha pasado de 470 puntos en lectura en 2000 a 489 en esta última, lo que sí le coloca plenamente en la media de la OCDE.
Por contra, los alumnos españoles han tenido en lectura (en lo que se centra esta vez el examen) 481 puntos de media, 12 por debajo de la de la OCDE. Y aunque en 2006 fueron 461 (Educación siempre ha mantenido que ese bajón se debió a alguna disfunción en aquellas pruebas), la comparación con el informe de 2000 -año en que el test también se centró en la lectura-, España baja 12 puntos, mientras que la media de la OCDE ha descendido desde entonces siete.
Los resultados en ciencias y matemáticas también permanecen en el mismo lugar. Los alumnos españoles mejoran en tres puntos los 480 alcanzados en 2006 -pero aún inferiores a los 485 de 2003- y en ciencias igualan la puntuación de hace tres años (488, frente a los 487 de hace seis). En matemáticas, la media de la OCDE es de 496 y, en ciencias, de 501.
Son, en definitiva, unos resultados muy parecidos a los que años anteriores se calificaron como mediocres, aunque tanto el ministerio como numerosos especialistas insisten en colocarlo entre el aprobado y el bien. El sistema español, recordó ayer el secretario de Estado de Educación, Mario Bedera, se ha enfrentado en la última década a la llegada masiva de inmigrantes: en 2000, un 2% de extranjeros; hoy son el 10%. Los estudiantes locales obtienen 488, los inmigrantes, 432.
Esas diferencias son mayores que las de media de la OCDE, de 44 puntos entre nativos y extranjeros. Así pues, si España es el segundo país en equidad -contada como la diferencia de resultados entre regiones y centros, solo por detrás de Finlandia, según recordó Bedera-, sí tendrá algo que mejorar en la atención a inmigrantes. Y en otros aspectos. El catedrático de Didáctica de la Matemática de la Universidad de Extremadura Lorenzo Blanco y la profesora de Didáctica de las Ciencias de la Universidad de Santiago Maria Pilar Jiménez apuntan algunos: mejorar la formación de los profesores, cambiar unos contenidos que son del siglo pasado y potenciar la enseñanza práctica.
Lo que marca la diferencia es, según Bedera, lo que ocurra dentro de cada centro, la motivación del alumno, la calidad de la enseñanza que dé el profesor y el ambiente de trabajo, ya que las diferencias de resultados entre alumnos dependen en un 4% de la comunidad donde se viva y en un 20% del centro en el que se estudie (hasta un 41% de media en la OCDE). Es decir, que las mayores distancias, de un 70%, se dan dentro del mismo centro.
Mucho menos influye el gasto educativo si está en niveles aceptables; más importante es en qué se gasta. EE UU gasta más que Finlandia pero no le supera en resultados. PISA 2009 asegura que el gasto en mejorar los salarios de los docentes es más eficaz, por ejemplo, que el destinado a reducir el tamaño de las clases.
El que sí es un gran condicionante, según PISA, es el nivel socioeconómico y cultural de los alumnos y de los centros. La diferencia media entre los alumnos que tienen en casa menos de 10 libros y más de 500 es de 124 puntos en España y de 126 para toda la OCDE. Sin embargo, tampoco vale escudarse en el nivel cultural, recordó el director de PISA Andreas Schleicher, hay multitud de ejemplos en el informe que demuestran "que es posible superar las barreras económicas".
Y algo que no ayuda a hacerlo, según el ministerio, es el elevado número de repetidores. El examen PISA lo hacen alumnos de 15 años, estén o no en el curso que les corresponde, 4º de la ESO. En España, el 36% de ellos eran repetidores -uno de los porcentajes más altos de la OCDE; en Finlandia es del 5%- y estos tienen unas puntuaciones mucho más bajas en lectura. Bedera reconoció ayer que hay que repensar la repetición. Sin embargo, a Carabaña este le parece un argumento peregrino: "¿Cómo saben que si se les pasa de curso les irá mejor en la prueba?", se pregunta.
En cualquier caso, todo eso tiene que ver con la exigencia que, en creencia generalizada, es muy baja en España. Pero las cifras de PISA dicen otra cosa. El sistema educativo español suspende a más alumnos que la prueba de PISA: el 30% de los alumnos no saca el título de la etapa obligatoria, mientras que PISA solo suspende al 20%. Quizá el pobre resultado en esta prueba no radica en los alumnos que van peor, sino en la excelencia (solo un 3% frente al 8% de la OCDE).
De hecho, el sistema español funciona mejor que otros en las peores circunstancias, es decir, en entornos socioeconómicos bajos, mientras que lo hace peor en condiciones favorables: la media para alumnos con el nivel socioeconómico y cultural menor es de 423 (417 para la OCDE); y en el otro extremo, es de 539 en España frente a 569 en la OCDE.
(Fuente: Diario El País, 8/12/2010)

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